No podría haber elegido mejor profesor para empezar a escribir. Ni para continuar escribiendo. Juan te guía, te sugiere, te da herramientas narrativas, te motiva, y, sin que te des cuenta, tus textos empiezan a mejorar. Siempre te vas de ellas con dos regalos: ganas de volver y de escribir.

Su larga y exitosa trayectoria y su conocimiento de la literatura convierten sus clases en pequeñas joyas. Durante mis años en el taller he tenido la suerte de contar con un maestro cercano pero minucioso, con una impresionante capacidad de análisis de los textos y pasión por los detalles.

Una de las grandes virtudes de Juan Jacinto como maestro es que, no solo te enseña a andar por todos los caminos posibles de la literatura, sino que te provee de las herramientas, el coraje y la confianza necesarios para ir siempre un poco más allá en este maravilloso misterio de la escritura.

Gracias a los conocimientos y a las herramientas que proporciona Juan Jacinto es posible mejorar en cada texto la experiencia de la escritura. Su vinculación y apoyo hacen posible transmitir de manera eficaz, mediante palabras escritas, las ideas que queremos expresar.

Juan Jacinto tiene la habilidad de mostrar los entresijos del proceso creativo sin que este pierda su magia. Como maestro, destaco la virtud de saber potenciar la voz propia de cada uno, de trasmitir su pasión por la literatura y la motivación para afrontar todos los retos.

Disecciona cada texto con precisión y cariño, fijándose en los aspectos que construyen una historia y que la convierten en un mecanismo vivo. En cada clase ofrece a los escritores de su taller decenas de consejos para que puedan seguir mejorando su literatura.

Todavía recuerdo el día que me apunté al taller de escritura con Juan Jacinto. Me cambió la vida. La escritura se convirtió en algo muy importante para mí. Y él lo ha potenciado. Un profesor excepcional que hace magia en cada clase.

Con J.J. aprendí cuáles son los recursos necesarios para armar una narración sólida. Y lo más importante: con sus técnicas y su dedicación aprendí a reconocer mi propia voz, y a modularla para poder convertir cada pequeña idea en una gran historia.
