Los talleres literarios siempre se basan en el trabajo de grupo.
Para quienes escribimos, contar con un círculo de personas con las que poder hablar de autores y lecturas, compartir afición y obsesiones, que te lean y que lo hagan además de una forma crítica y constructiva, es fundamental. No existe un remedio mejor contra la soledad del escritor.
Por eso para la Escuela de Imaginadores es tan importante que los grupos de trabajo sean afines y funcionen. Somos conscientes de que en muchos casos los compañeros se convertirán en amigos.
Y nos apoyamos en una triple fuente de aprendizaje: (a) el constante y profundo análisis de los textos en clase, durante las dos horas que dura nuestra reunión semanal, adiestrando la capacidad de detectar virtudes y errores en los relatos ajenos para adquirir perspectiva sobre los propios; (b) las lecciones teóricas que ordenen lo aprendido y proporcionen herramientas y destrezas técnicas, sin separarnos nunca de la práctica de la escritura; (c) el asiduo trabajo en casa, de una manera lúdica al principio, hasta que con los años acabe convirtiéndose en una disciplina y en una forma de vida.
No obstante, en la Escuela de Imaginadores vamos aún más lejos.
Nuestro acompañamiento se extiende siempre más allá del aula. En nuestros grupos se lee y se escribe, pero también se bebe, se come, se ríe y se sale. Participamos de los eventos culturales de la ciudad, tenemos muy presente la figura del mentor y nuestro compromiso es estar contigo en los distintos retos de tu carrera literaria.